28 sept 2012

Condenado a desaparecer

Soy el soldado número 6,873 y parte de un ejército de más de 42,951. Mi función no es vital y mi importancia es la misma de una Armada para un país que no tiene acceso al mar, y aunque hace un año –cuando nos adentramos en un burdel- fuimos invadidos por un grupo terrorista denominado “Los Piojos” y posteriormente mermados por un objeto volante no identificado (que tenía cuchillas en sus bordes) nunca… jamás nos sentimos tan mal como en estos días y por ello, transmito lo que usted ahora lee.


¡Estamos desesperados! Al cabo de 90 días tuvimos bajas de 33,529 soldados y aunque contamos con algunos informes –de boca del General- sobre nuestro invisible enemigo, no tenemos ninguna forma de combatirlo. ¡Por qué nos tuvo que pasar esto! ¿Por qué? ¿Por qué esta plaga no recayó sobre el pelotón apodado “Los Púbicos”?

Coronel Blanco, el traidor.
Mi Coronel, nuestro jefe inmediato en el cuartel “El Cráneo” y nombrado por ser el único blanco entre tanto negro (sí, también hay entre nosotros algo de lo que ustedes llaman racismo), ya nos había advertido de esta peste -que él llama alopecia androgénica- y nos explicó que ésta ocurre cuando el folículo piloso (que vendría a ser nuestro esqueleto para usted) degenera y deforma nuestro crecimiento (sí, nos convertimos en unos enanos como el contingente llamado “Pecho de Gato”). Lo que no nos explicó este cabrón es que podía ocurrir en cualquier momento y por ello, decidimos tomar una drástica medida con este traidor.

En la última semana nuestro líder supremo, visiblemente deprimido, leyó (gracias a San Pelo que lee en voz alta) un documento en el diario The New York Times y en él, recoge los buenos augurios de científicos estadounidenses (de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard) y japoneses -¡siempre los nipones metidos en todo!- para combatir esta peste. 

Ellos, en pos de estimular (o crear) el folículo piloso, han hallado que la vitamina D (sí, la misma que mantiene los huesos y piel saludables en usted) y los receptores microscópicos en nuestro terreno son claves para nuestro crecimiento y eso quedó demostrado por los del país del sol naciente mediante unas ratas que recibieron dicha vitamina en el proceso del uso de células madre para crear nuevos folículos (en buen cristiano, ratas peludas). 

Gracias a ello, los Green-Go encontraron las moléculas llamadas MED y LEF1 que activan el receptor de la vitamina D, pero no tienen la más puta idea si éstas al activarlo producirán nuevos folículos y además, ya nos malograron la dicha por el resultado de los roedores al decir que están a dos o más años de lograr el resultado definitivo.

¡No tengo ese tiempo por un demonio! Y con el modesto sueldo de mi calvo General, que trasplanten al contingente de resguardo a la primera fila es tan factible como que Argentina tome las islas Malvinas. ¡Maldita ciencia! ¡Malditos genes! ¡Maldita mi condición de pelo! ¿Por qué no se apuran estos científicos? ¿O no quieren dinamitar la industria de inservibles productos para el cabello? No puedo más… no puedo más… ni un baño solar ni el ingerir productos marinos -ambos con vitamina D- podrán salvarme porque… estoy, condenado a desaparecer. 



2 comentarios:

  1. Me mojé jua jua jua muy divertido
    Te mande invitacion al face. Claudia C.

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  2. Me encantó esta crónica. Divertida e interesante.

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